En La isla caribeña (punta cana), la chica yankee buscaba un descanso. Cansada y hastiada por el ritmo de la vida (de su trabajo, de estudiar sin poder ver los resultados de las calificaciones en su vida profesional, de la crisis por todos lados, del desempleo, del descuido de la salud y mil historias más. Ya no quería escuchar al gobierno y sus tantas promesas quebrantadas sin cumplir, en cuanto a los pobres que le tocaba la carga del déficit, a ella le daba asco de los burócratas que defendía en cuerpo y alma sus intereses sin mirar hacia abajo, de la manipulación de los políticos al frente de la sociedad, que solo sirven para acusar a sus opositores quedando como héroes para ser el próximo corrupto.
La yankee no podía creer que todavía se viviera el racismo, la violencia de género, la injusticia a diario que pasan en las noticias y otras ni la transmiten, de las guerras por algún interés, de las diferentes religiones que se contradicen y se hacen rica a costa de los creyentes, del daño que es capaz de hacer el dinero y las ambiciones negativa y mas, mas, mas, mas, mas.
La chica prefiere una piña colada y hablar con aquel cubano que se encontraba al borde de la línea (en la orilla de la playa), feliz por su libertad y orgulloso por su tierra, ahí sin olvidar a su querido che; conforme con lo que Dios y la naturaleza le ofrece, es un guerrero que defiende a la revolución por su independencia y soberanía. La yankee dice –Hi, ¿tienes un cigarro que me puedas dar, please?, con un vocabulario un poco mal acentuado en la sílaba pero se podía entender con su voz de miel. El cubano con su sentido del humor parecido al de Alexis Valdes dice –yes i can, esto son los favorite de Fidel, azúcar jaja. Dándole un habano de 5cm puro y duro (trinidad robusto t); la chica respondía con una rica sonrisa y aceptaba el habano, para ella era algo curioso porque no sabía el motivo de su baile a decir azúcar; la verdad que si estaba preparada sin miedo para darse unas cuantas caladitas.Aprendía entre sí a pesar de todo, se iban dando cuenta de que todavía existen personas que valen la pena y que en el mundo quedan cosas buena dentro de tantas barbaridades que no comprendemos. Mmmm se repite el viento, a los dos le azota el frio, interrumpe la morada; El cubano sin piedad la abraza todo nervioso, toma fuerza de la yankee brindándole un calor tropical; en cuanto a la yankee además de decir azúcar, ya comienza a gustarle el comunismo y sus fallos, al cubano le comienza a gustar la estatua de la libertad, a la yankee y la frase I love new york. Shsshshsh cuidado cubano con el susurro ¿Qué le vas a decir al oído?; ella sonríe y dice yes yes yes, se toman de las manos y bailan burlándose de todo el mundo…
Escrito por: Junior De Leon De Jesus.


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